E l presente artículo surgió de intercambiar opiniones con una colega, Angelina Romero, quien acepto amablemente la invitación para escribir sobre el tema. Angelina es una especialista muy preparada y comprometida con su vocación y su misión en la vida para ayudar de manera imparcial tanto a hombres como a mujeres.
En esa charla nos preguntamos que tan importante era que todos nos fuéramos actualizando a las épocas de cada momento y de cómo manejar los nuevos roles de una manera adecuada, asertiva y de bienestar para todos; de esa platica nació el presente tema…
Ante la visibilidad de la violencia de género, el fenómeno #meetoo, el discurso sobre la igualdad entre ambos sexos, los varones jóvenes se ven forzados a poner en cuestionamiento los estereotipos que los definen socialmente como hombres, pues han observado ventajas y desventajas que este sistema patriarcal les ha impuesto, ya que si bien les ha dado un lugar privilegiado, también les ha atribuido una serie de cargas sociales que ya no están dispuestos a asumir, pues limitan su desarrollo humano, porque comportarse de una manera diferente a los referentes normativos, les trae consigo una serie de señalamientos con los que son castigados.
Para entender mejor lo anterior, es importante revisar los referentes sociales que de acuerdo con Kimmel (1994), Segarra y Carabí (2000), son normas informales de aquellos que se dicen ser hombres:
- ¡Nada con asuntos de mujeres!, es decir, no se debe de hacer algo que remotamente sugiera femineidad, eso les restaría valor social.
- ¡Sea el timón principal!, la masculinidad se mide por el poder, el éxito, la riqueza y la posición social.
- ¡Sea fuerte como roble!, la masculinidad depende de permanecer calmado, confiable en una crisis, con las emociones bajo control. La prueba de que se es hombre consiste en no mostrar nunca sus emociones o por lo menos no mostrar aquellas que reflejan vulnerabilidad como la tristeza.
- ¡Mándelos al infierno!, sugiere a la osadía varonil y agresiva, permitiéndoles mostrar los sentimientos de enojo para conseguir lo que se desea, también al hombre valeroso y héroe que se aventura para lograr el objetivo pese a sacrificar tiempo con su familia. (en Sanfélix, 2012)
Esta especie de reglas informales pero ampliamente seguidas por los hombres, ponen énfasis en la principal característica que define la masculinidad, muchas de ellas cuestionadas actualmente por varios hombres jóvenes que ya no encuentran cabida en ella, pues les ha cobrado factura en el ámbito social, relacional y personal, por ejemplo, los ha dejado incapacitados para establecer vínculos sanos con las mujeres, los ha puesto en crisis en el momento en que han dejado de ser el “timón principal”, dejaron de ser los únicos proveedores económicos dentro de la familia, ya que las mujeres también son profesionistas, económicamente independientes y en algunos casos con ingresos económicos superiores a los de su pareja.
Al intentar ser “fuertes como un roble” han descuidado seriamente su salud, un artículo divulgado por Lugo (2018) menciona que los hombres consideran una amenaza para su masculinidad ir al médico, por lo que acuden con menor frecuencia a los servicios de salud, y cuando lo hacen es porque están muy enfermos, con complicaciones graves, esta conducta se explica porque tienen un mandato de género, Sanz (1997) menciona que a los hombres se les enseña a ser fuertes y no mostrarse vulnerables. Para ellos, acudir una cita médica significa ser frágiles y no mostrar fortaleza, vulnerando con ello su hombría. Esto pone sobre la mesa el costo social que están llevando a cuestas, pues literalmente ¡se están muriendo por ser hombres! Como lo muestra la encuesta de ENSANUT 2012 y 2016.
Actualmente los hombres jóvenes han perdido una referencia clara de lo que significa “ser hombre”, algunos no saben responder ante las nuevas demandas sociales, el sistema normativo que los definía está en crisis, se encuentran en una perspectiva de futuro incierta, pues no saben quiénes deben de ser, ni de qué manera tienen que comportarse ante las mujeres que ya no están dispuestas a ser sumisas, por el contrario, se encuentran cada vez más empoderadas y quienes ya no están dispuestas a permitir que se ejerza más violencia sobre ellas.
Entonces, ¿Qué tipo de hombres queremos actualmente?, ¿qué tipo de nuevos hombres quieren ser ellos? Son cuestionamientos para los nuevos hombres del siglo XXI.
Referencias
Lugo, G. (13 de Septiembre de 2018). Hombres consideran ir al médico una amenaza a su masculinidad. Gaceta UNAM, pág. 3.
Sanfélix Albeida, J. (2012). Las nuevas masculinidades. Los hombres frente al cambio en las mujeres. Prisma Social(7), 220- 247.
Sanz R., F. (1997). Psicoerotismo femenino y masculino. España: Kairos.
Secretaria Nacional de Salud. (2012). Encuenta Nacional de Salud y Nutrición. ENSANUT. México: Secretaria de Salud.
Secretaria Nacional de Salud. (2016). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición. ENSANUT. México: Secretaría de Salud.